Bélgica con niños en Navidad

Este año decidimos pasar el puente de Diciembre en Bélgica, en concreto en la zona de Flandes y Bruselas; es una zona preciosa en general pero que cobra especial belleza durante el Adviento por todo el ambiente creado por los mercadillos de Navidad.

Dado que íbamos con 3 niños, decidimos alojarnos usando Airbnb, y alquilamos un coche para los desplazamientos con Rentalcars.

Iniciamos nuestro viaje en Malinas, a medio camino entre Bruselas y Amberes, ciudad de especial relevancia, ya que fue durante un tiempo la capital de los Países Bajos y donde vivió muchos años el Emperador Carlos V. La ciudad es muy coqueta, con la típica arquitectura flamenca y preciosos edificios, sobre todo, en el Grote Markt, o plaza Mayor, donde se monta el mercado semanal. Destaca la Catedral de San Romualdo, con una torre de casi 100 metros a la que puedes subir si te animas con los 500 escalones, y que guarda el secreto de un maravilloso carrillón que tiene la particularidad de tocar no sólo cada cuarto de hora, sino también a la mitad del cuarto de hora, es decir, toca cada 7 minutos y medio. ¿Curioso, no?

Malinas también cuenta con un Museo del Juguete y con un museo dedicado a los Derechos Humanos que recuerda el horror del Holocausto en Bélgica, ya que el cuartel donde se encuentra el museo era la antesala para las deportaciones hacia los campos de concentración y exterminio.

Ese mismo días, partimos hacia Bruselas, a media hora de distancia, y antes de llegar al centro paramos en una de las atracciones estrella del viaje, ya que los niños lo disfrutaron mucho. El Atomium se encuentra en la parte norte de Bruselas, al lado de la Feria de muestras, y del parque de ocio Mini Europe.

El Atomium es un monumento-edificio-estructura, difícil de calificar, sin duda, formado por 9 esferas de 18 metros de diámetro, con la forma, obviamente, de un átomo, en concreto, de cristal de hierro. Se construyó en 1958 con motivo de la Exposición Universal de Bruselas y estaba pensado para durar solo los 6 meses de dicha exposición, pero pronto se convirtió en una atracción turística y en un verdadero símbolo de la ciudad. 3 de las 4 esferas superiores no se pueden visitar porque no tienen soporte suficiente para su seguridad. Desde la esfera inferior, que es un poco más grande, se accede en una ascensor “supersónico” a la esfera superior, desde donde se tiene una excelente vista de la ciudad, y también del Mini Europa, que está justo debajo, y es un parque donde se pueden encontrar reproducciones a escala de los principales monumentos europeos.

Luego vuelves a bajar a la esfera inferior en el ascensor y puedes acceder a las demás esferas a través de escaleras mecánicas, algunas muy “discotequeras”, y normales, a través de los túneles que unen las esferas. Dentro de las esferas hay una exposición permanente sobre la historia del monumento y suele haber otras temporales. Lo interesante, desde mi punto de vista, es el edificio en sí, ver cómo está construido y pasar por los túneles. ¡Los niños querían dar otra vuelta! ¿!!Y es que cuando vas a estar en otro edificio de semejantes características?!!

Debajo del Automium hay una escultura de Arik Levy, llamada RockGrowth, donde se pueden hacer juegos tan divertidos como estos.

Después fuimos al centro de Bruselas y aparcamos en el parking que hay justo debajo de la Plaza de España, con un estatua de Don Quijote y Sancho Panza. Ahí mismo ya había un pequeño mercado de Navidad, y un restaurante donde prometían las auténticas patatas fritas belgas, donde comenzamos el tour de las patatas fritas y los gofres, que duró todo el viaje.

Desde ahí en 2 minutos llegamos a la Grand Place, donde había un gran árbol de Navidad iluminado, un pesebre, y se estaba empezando a iluminar. Más tarde hicieron espectáculos con luces de colores y música. La plaza estaba tan bonita y animada como siempre. Rodeada de edificios muy ornamentados, que eran las casas de los Gremios y el Ayuntamiento con su preciosa torre, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

En la esquina de la casa del Cisne siempre hay grupos de visitantes con su guía, escuchando las explicaciones de una escultura que hay adosada a la pared y todo el mundo sobetea. Esa es justo la calle que debes coger para conocer a otro de los símbolos de Bruselas, el Manneken Pis. Una escultura, que a todos sorprende por su reducido tamaño, pero que tiene su “aquel”, un niño meando, pues no sé si hay otras esculturas similares en el mundo. Además suelen disfrazarlo según la ocasión y como era el 5 de diciembre estaba disfrazado de San Nicolás.

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La historia de San Nicolás es bastante curiosa, sobre todo para los españoles. Se celebra en Países Bajos y  Bélgica, sobre todo, pero también otros países y regiones del centro de Europa, como en Alsacia en Francia, donde incluso tienen postres típicos, como los mannalas, unos brioches con forma de hombrecillo. Bueno, Sinterklaas es un obispo, vestido como tal, que viene de España (¿?) montado en un caballo blanco, Amerigo, y acompañado por su paje Zwarte Piet, Pedro el Negro. Trae regalos a los niños, pero la tradición dice que tiene que traer chocolates y mandarinas, que para eso viene de España.

Detrás de la fachada oeste de la Grand Place empezaban los mercados de Navidad, que seguían hasta la plaza de la Bolsa, y luego volvían a aparecer en la zona de la plaza de Sainte Catharine, donde había varios carruseles, una noria gigante, y otras atracciones para niños. En esta zona había también muchos restaurantes de mariscos.

Lo que me llamó la atención de los mercados de Navidad de Bélgica en general es que tienen muchos más puestos de comida que de regalos o adornos de Navidad, y dentro de la comida, había puestos de champán y ostras, que menos mal que no hacía frío porque con la temperatura normal no se si es muy agradable. Para el frío está el famoso Gluhwein o vino caliente con especias, que en cada puesto sabía diferente. En los puestos también se podían encontrar salchichas, con su guarnición de cebolla; los reconocidos gofres, postre nacional belga; cerveza, dicen los belgas que tienen más de 365 clases de cerveza; buñuelos, que no de viento sino muy esponjosos; salmón ahumado in situ; o comida de otras zonas, como la tartiflette, una mezcla de patatas y queso super rica.

Otro día decidimos pasarlo en Gante, a medio camino entre Bruselas y Brujas. Dedicamos un rato a visitar el Castillo de los Condes, que está dentro de la misma ciudad. De estilo medieval, está en muy buen estado, y se pueden visitar las salas, la torre del homenaje y  las murallas. En algunas de sus salas tiene una colección “bastante interesante” de instrumentos de tortura usados en la época de la Inquisición.

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Hay varios mercados de Navidad por toda la ciudad y en la plaza Sint Veerleplein, cerca del castillo, había una noria y una pista de hielo.

Destaca en esta ciudad, además de la catedral de San Bavón y todas las iglesias, el Graslei o muelle de las Hierbas, con un serie de edificios preciosisimos alineados en frente del canal. Es una zona muy animada con terrazas, pero tengo que decir que han puesto unas pasarelas sobre el canal que impiden el reflejo que los edificios  hacían sobre el agua, y rompen un poco la magia del lugar 🙁

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En Gante se pueden coger un barquito para dar un paseo por los canales, pero finalmente no nos díó tiempo. Lo que si encontramos de casualidad fue este callejón con estos graffitis tan molones.

En esa zona, comimos en el restaurante Amadeus, especializado en costillas, que, la verdad, estaban muy ricas. Traen un plato con un costillar, una patata asada y ensalada. Es muy abundante pero encima puedes pedir más por el mismo precio.

Finalmente llegamos a la preciosa Brujas, una ciudad que parece recién salida de un cuento. Se trata de una las ciudades medievales mejor conservadas del mundo, es una verdadera preciosidad que constatan cada año 3 millones de visitantes, que la hacen la ciudad belga más visitada, incluso por delante de Bruelas. Era lunes no festivo cuando la visitamos y estaba muy muy animada.

El centro de Brujas es su Plaza Mayor, o Grote Mark, donde esta la torre del Belfort, que se puede visitar para tener una bonita vista de la ciudad después de subir los 365 escalones. En esta plaza había un mercado de Navidad y una pista de hielo muy agradable, ya que estaba al solecito. Los niños patinaban y los adultos tomando vino caliente y más gofres.

El Burg es otra plaza preciosa, que compite con su hermana mayor en belleza. En esta se encuentra la Iglesia de la Santa Sangre, que tiene en verdad una fachada preciosa. Tambien destacan en Brujas la catedral de San Salvador y la Iglesia de Nuestra Señora que tiene la torre más alta de Brujas.

La ciudad es conocida como la “Venecia del Norte” por sus canales, y tengo que reconocer que de todas las “venecias” que conozco es la más parecida a la original, no solo por la cantidad de canales sino por el hecho de que haya casas directamente pegadas a los canales, sin acera, el agua da directamente a la fachada. Un paseo muy agradable por esos canales a través de uno de los barquitos turísticos, que aún en diciembre estaban funcionando (hizo un tiempo de escándalo para la temporada).

Otro paseo muy interesante es en un carruaje de caballos. La verdad es que es un poco caro y en mis anteriores visitas a Brujas no me había decidido a hacerlo, pero siendo 5 al final por persona salía como cualquier otra actividad y nos decidimos a hacerlo. Se cogen los carruajes en Grote Markt, justo en el lado opuesto al Belfort, y dura una media hora, que se reparten en dos tramos, ya que paran unos minutos en la zona del Beaterio y del Lago del Amor, para dar de comer al caballo y que aproveches para ver esa zona. El guía va contando algunas curiosidades de Brujas, pero no son la alegría de la huerta.

El Beaterio o Beguinaje es otra de las curiosidades de Brujas (y de Bélgica y los Países Bajos en general). Una auténtica reminiscencia de la Edad Media. Las beguinas fueron unas mujeres muy adelantadas para su época. Religiosas, pero decidieron no seguir los votos de obediencia, castidad y pobreza, se instalaron en estos complejos de viviendas donde practicaban la caridad. Aún se mantienen en muchas ciudades, bien para servicios de la comunidad, bien como viviendas (como en Amsterdam), pero siempre manteniendo un remanso de paz y tranquilidad en medio de la ciudad.

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Brujas guarda otras curiosidades como tener un Museo y Escuela del Encaje de bolillos, muy apreciado en esta zona; y otros museos dedicados a la Patata Frita (no conozco otro en el mundo) o al chocolate.  Y una tienda donde es Navidad todo el año, Käthe Wohlfahrt, cerca del Beaterio, donde venden decoración navideña alemana. Tienen verdaderas preciosidades.

Os animo a disfrutar de este bonito país, sus ciudades y su gastronomía, no olvides probar los mejillones, otro icono del país.