Libros para leer y releer mil veces a tus hijos

Aunque mis hijos tienen ya 9 y 7 años, sigo manteniendo la costumbre de leerles todas las noches un libro, o dos, o tres. Es un rato muy entrañable para nosotros, de intimidad, que les relaja para luego leer ellos solos un rato más. Aparte del beneficio emocional, leer a los niños es bueno porque aprenden a entonar y leer en voz alta, porque se puede comentar con ellos el cuento y sacar el aprendizaje y, además, porque no hay mejor forma de enseñar una afición que practicándola.

Mis hijos son unos lectores empedernidos, casi viciosos, y creo que es debido, además de al hecho de que siempre han visto leer a sus padres, a que los libros siempre han estado a su alcance (en una estantería en su cuarto, a su nivel, para que los pudieran coger siempre que quisieran) y a que, conociendo sus intereses, les hemos comprado libros sobre esos intereses y por tanto el libro ya les llamaba la atención de por sí (libros sobre dinosaurios, sobre sus películas favoritas, etc). Por otro lado, ir a una librería a comprar un libro es para ellos un gran regalo y como tal lo uso para recompensarles cuando se portan bien o hacen algo estupendo. Así, todos los días leen y cuando vamos de vacaciones siempre llevan libros para sus ratos muertos o los trayectos. No obstante, el placer de leerles, que yo pensaba iba a desaparecer llegada esta edad, sigue ocurriendo casi cada día.

Estos libros que os recomiendo se los he leido «cienes y cienes» de veces, ¡y no se cansan!

  • Un libro, de Hervé Tullet. Es un verdadero libro «interactivo». Se trata de un punto amarillo, que según lo tocas, se va multiplicando, cambiando de color, aumentando, moviéndose por las páginas. Este libro nunca llegúe a comprarlo a mis hijos, pero cada vez que lo traían de la biblioteca lo leíamos mil veces en el fin de semana. Ahora he tenido la oportunidad de desquitarme y se lo he regalado a mi sobrina. Del mismo autor, está Colores, con idéntica dinámica.
  • Ese fastidioso dragón, de Julie Sykes . Un dragón se cuela en una granja y causa el caos: las vacas dan yogur y los huevos de las gallinas están cocidos… Un divertido libro para aprender a no juzgar por las apariencias. La ilustradora de este libro, Melanie Williamson, escribió e ilustró El magnífico plan del lobo,  donde un lobo engaña a las ovejas para que hagan jerseys con su propia lana, y que nos enseña como un equipo de seres, a priori más débiles, pueden vencer a otro superior. Muy amenos los dos.
  • ¡Pink! El pingüino que se volvió rosa, de Lynne Richards, y Monstruo rosa, de Olga de Dios, ayudan a entender a los niños que podemos ser diferentes a los demás pero ser aceptados en el grupo y encontrar nuestro lugar donde ser feliz. En el primero, un pingüino se vuelve rosa de repente y decide hacer un viaje para buscar a otros como él. En el segundo, Monstruo rosa es colorido, enorme, divertido, en un mundo totalmente blanco, pequeño y anodido. Verdaderamente entrañables.
  • La cebra Camila, de Marisa Núñez, pierde sus rayas porque se las lleva el viento pero, gracias a la solidaridad de los amigos con los que se encuentra, se convierte en una cebra preciosísima; y La casa de la mosca fosca, de Eva Mejuto, donde la mosca fosca «harta de zumbar y dar vueltas sin parar», decide construirse una casa, hacer una tarta de moras y esperar a que vengan sus invitados. Por dicha casa aparecen, el sapo castrapo, el lobo rebobo, y… Quizás sea el libro más antiguo que tenemos y el que más veces les he leido.
  • Historias de ratones, de Arnold Lobel, como su nombre indica son historietas cuyos protagonistas son ratones. Muy divertidos, a mi me encanta el del ratón que decide darse un baño porque está sucio y acaba inundando la ciudad.
  • Los vecinos de la C/ Quiensabe, de Cristina Zafra; una niña tiene de repente unos vecinos la mar de raros pero que se ayudan y se preocupan por los demás: un señor con manos de paraguas, unas señoritas con piernas de tijeras, etc…
  • ¡Voy a comedte!, de Jean Marc Derouen; un lobo que tiene mucha hambre, pero también un pelo en la lengua que no le deja pronunciar bien… Muy bueno para leer a los niños porque hay que leerlo como si tuvieras tú el pelo en la lengua 🙂 y porque enseña como la inteligencia te puede sacar de situaciones complicadas.
  • La araña hacendosa, de Eric Carle, para ver el valor del esfuerzo. Una araña no le hace caso a sus amigos que le invitan a hacer cosas divertidas porque está construyendo una tela de araña. Se puede tocar porque la tela está en relieve. Del mismo autor, La Oruga Glotona, donde una oruga se va comiendo todo lo que pilla, literalmente, se come el libro O_O
  • Para los miedos a los monstruos, recomiendo Cómo reconocer a un monstruo, de Gustavo Roldán, y, todo un clásico, publicado en 1963, Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak. Cada uno tiene un estilo muy diferente. El primero es muy divertido, rápido de leer, y basicamente ayuda a saber cúando «de verdad» nos encontramos con un monstruo. En el segundo, Max es castigado a la cama sin cenar y en su habitación imagina que va a un país donde habitan los monstruos y dónde se convierte en el rey. Es una joya de la literatura infantil, y de él hicieron una película.
  • No he hecho los deberes porque… de Davide Cali, y He llegado tarde porque…, del mismo autor. Dos libros para partirse de risa, ya que contiene las excusas más rocambolescas y absurdas para justificar que no se han hecho los deberes o se ha llegado tarde, respectivamente. Las ilustraciones son también o muy molonas.

Espero que os guste la selección y que disfruteis de la lectura con vuestros hijos igual que hago yo.

 

 

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